Estas cincuenta y seis cartas están divididas en cuatro palos que representan los cuatro elementos. En todas ellas aparece la figura del diamante como motivo central, pero es el color del mismo lo que permite distinguir un palo de otro (un color elegido en función del propio palo): azul para el Agua, rojo para el Fuego, gris para las Nubes, y los colores del arco iris para el palo del mismo nombre. Al igual que en un juego de cartas corriente, cada uno de estos palos del tarot contienen las denominadas "figuras", a las que aquí se les han dado nombres que representan simplemente las diferentes oportunidades para ganar maestría sobre los cuatro elementos que ya se tienen, desponjándoles así de la importancia que sus aristocráticos títulos feudales les confería.
El Fuego corresponde a los bastos del tarot tradicional y representa el campo de acción y respuesta, la energía que nos hace entrar en situaciones y salir de ellas de nuevo cuando seguimos nuestros instintos viscerales en vez de ahcer caso a nuestras mentes o a nuestras emociones.
El Agua reempla a las copas tradicionales, que representan el lado emocional de la vida, y tiende a ser una energía más femenina y receptiva que la del Fuego, que es más masculina y extrovertida.
La Nubes se han elegido para reemplazar las espadas -tradicionalmente el palo del elemento aire- y representan la mente. Esto se debe a que la naturaleza de la mente no iluminada es precisamente como una nube, por la forma en que impoide el paso de la luz y oscurece el paisaje que tenemos alrededror, impidiéndonos ver las cosas como realmente son. Sin embargo, hay otro aspecto referente a las nueves que no debe desestimarse: van y vienen, así que ¡no deben tomarse demasiado en serio!
Finalmente, el palo del arco iris de esta baraja reemplaza al tradicional de pentáculos u oros, que representan el elemento tierra. Aunque éste es tradicionalmente el elemento que representa lo práctico, el lado material de la vida, se ha elegido el arco iris para este palo en base a la actitud zen de que incluso las actividades más humildes, más terrenales, contienen una oportunidad para celebrar lo sagrado. Al utilizar el arco iris -que une la tierra con el cielo, la materia y el espíritu- nos acordamos de que en realidad no hay separación entre lo más alto y lo más bajo, que se trata incluso de un continuum de una energía total, y de que el cielo no es un lugar remoto en lo alto del firmamento sino una realidad que debe descubrirse aqui mismo en la Tierra.
Por tanto, éste es un viaje de descubrimiento y el camino hacia la trascendencia supremaa. Ve ligera y juguetonamente desde las cumbres hacia los valles, y de regreso otra vez hacia las cumbres, saboreando cada paso del camino. Si aprendes de tus errores no puede irte mal.
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