EL HIEROFANTE

El dolor inevitable de lo humano y el misterio de la curación, el puente que une...

  El Hierofante es el Puente que une el cielo con la tierra, el espíritu con la materia, nuestro ser exterior con nuestro ser interior.

  Cuando esas dos polaridades nuestra encuentran su punto de equilibrio, es decir su armonía el ser humano es un ser sano.

  El Hierofante es la voz del cielo para el oído humano y la voz del humano para el oído celestial. Es el encargado de transmitir nuestras dudas al Ser Supremo y de devolvernos la respuesta del mismo.

 Es el guía espiritual, el chaman, el cura, el médico, es ese ser que conoce los laberintos de la mente humana y es, por tanto capaz de asesorarnos, aconsejarnos y guiarnos en los momentos de incertidumbre. 

   El Hierofante, el Pontífice (hacedor de puentes) o el Papa como queramos llamarlo, existe y vive dentro de nosotros.

   

                                                                                        Manuel Lobón


Tarot de Aleister Crowley

 

(Del libro "Manual para el Tarot Thoth de Aleister Crowley" de Gerd Ziegler)

 

El Hierofante

 

Palabras claves: Tauro; maestro espiritual, consejero, confidente; guía interior, padre espiritual; transformación máxima.

 

  Esta carta está en el signo de Tauro. El trono del consagrado está rodeado de un toro y unos elefantes, cuyo carácter es parecido al del toro. En las cuatro esquinas del dibujo se encuentran los símbolos de los cuatro querubines, guardianes de los altares: El toro, el león, el hombre y el águila representan los cuatro elementos y los distintos ámbitos de la existencia humana. El toro, símbolo de la tierra (signo astrológico: Tauro), representa la materia y la corporalidad. El león representa el fuego (signo astrológico: Leo), posee los rasgos de la creatividad, fuerza de voluntad y dinamismo. El hombre simboliza el aire (signo astrológico: Acuario), es decir, el pensamiento y la palabra. El águila representa la transformación más grande del escorpión, y pertenece al elemento agua (signo astrológico: Escorpio) y a los reinos de la emoción y la pasión.

  El Hierofante ha reunido todos estos elementos y ámbitos dentro de sí y los ha desarrollado al máximo de sus posibilidades. El título "El Hierofante" no hace referencia a un dignatario de una iglesia o una institución religiosa rígida. Al contrario, describe al alguien que ha sido consagrado, a alguien perfecto e inspirado. Sólo un verdadero maestro espiritual puede ayudarnos a experimentar lo divino. En este sentido, El Hierofante es en realidad la encarnación de lo divino (en forma de toro) o la realización final del potencial humano que se funde con lo divino.

 Delante del Hierofante hay una mujer de pie con una espada y una media luna. Es la representante de venus, planeta que rige en el signo de Tauro. La espada y la luna indican el equilibrio entre las emociones y los conocimientos. La persona que ha sido iluminada une y desarrolla sus aspectos masculinos y femeninos.

  El niño Horus surge de la unidad entre los masculino y lo femenino, y aparece en la estrella de cinco puntas que se ve sobre el pecho del Hierofante. El niño está desnudo, desprotegido, vulnerable, completamente abierto y lleno de fe en la existencia. La naturalidad del niño es una expresión de la verdadera sabiduría. Los rasgos solemnes del guía espiritual se funden con la inocencia infantil. Cualquier persona que entre en contacto con el Hierofante sentirá la influencia y el poder de estos aspectos en su carácter. En presencia del Hierofante, todos los mecanismos de defensa deben abandonarse, pues él actúa como espejo para potenciar al máximo nuestro desarrollo.

  La cabeza del Hierofante está rodeada de cinco pétalos blancos en forma de corazón, símbolo del amor en su forma más pura. A través de este amor logra ver a los demás y darles lo que realmente necesitan. Esto no siempre es lo que uno espera o desea. El verdadero maestro no satisface las expectativas de su alumno. La verdad puede ser a veces una provocación pensada para perturbar el dulce y oscuro sueño de la mente inconsciente. Sólo los sabios que han logrado liberarse de las cadenas del egoísmo tienen derecho a proceder tan drásticamente como hizo Jesús al expulsar a los mercaderes del templo.

  Unos clavos rozan a la serpiente de la transformación, evocando la corona de espinas y dolo y el sufrimiento asociados con la transformación. El verdadero cambio sólo ocurre si estás abierto (toro) y sensible (paloma), sin confías en el amor divino y te sometes a él.

  vista contra un fondo oscuro, la responsabilidad del Hierofante resulta clara: conseguir que se haga la luz de la conciencia en la oscuridad de la ignorancia.

 

Interpretación: La búsqueda de uno mismo lleva a zonas espirituales. Esta carta puede señalar el advenimiento de un maestro o guía espiritual. Debes estar preparado para acogerlo.

 

Pregunta: ¿Alguna vez te has sentido atraído por las enseñanzas de un maestro de la verdad (en el pasado o en el presente)?

 

Sugerencia: Presta atención a las enseñanzas de los maestros espirituales. Intenta contactar con un maestro o sabio. Participa en grupos de autoconocimiento para el desarrollo personal y sé honrado, sincero y abierto. Escucha los sentimientos de tu corazón.

 

Afirmación: Sólo hay un mensaje que valga la pena escuchar: el mensaje de mi propio corazón.

 


TAROT DE OSWALD WIRTH

 

(Libro: "La sabiduría del Tarot" de Elisabeth Haich)

 

El Papa


(El Gran Sacerdote)

 

   Ataviado con todas las insignias de sus importantes funciones, he aquí al Gran Sacerdote. De su trono, vemos únicamente las dos columnas del respaldo, entre las que ya no se extiende ningún velo. No hay nada que ocultar.

  La barba y los cabellos blancos del Gran Sacerdote significan la espiritualidad de este ser que no es nunca terrenal, aunque trabaje en el mundo material. Se mantiene siempre espiritual.

  En la cabeza, el Papa lleva una mitra amarilla de triple corona rematada por una cruz, símbolo del mundo material. Las tres coronas representan los tres mundos sobre los que el Gran Sacerdote ejerce su poder: el cielo, la tierra y el infierno, que él puede abrir y cerrar al hombre, llevarlo a ellos o arrojarlo de ellos.

  Su indumentaria es parecida a la de la Gran Sacerdotisa. Su ser íntimo está impregnao de amor universal. Por eso lleva una túnica azul cubierta por una gran capa roja. El Papa expresa al exterior su elevada espiritualidad a través de pensamientos y palabras, como lo indica la gineta amarilla de la capa. El forro verde expresa la simpatía, la benevolencia y la amabilidad.

  Sus manos tienen guantes blancos y adornados con una cruz azul. Esto significa que sus manos, aunque se relacionen con el mundo material y con sus manchas, siguen siempre estando limpias. Su mano izquierda lleva un cetro con tres cruces que simbolizan, lo mismo que las coronas de la mitra, los tres mundos: el cielo, la tierra y el infierno.

  Dos siluetas se arrodillan ante él. Sus vestidos indican con claridad que se trata de dos contrarios que se complementan. Una de ellas está vestida con un abrigo oscuro y cuello rojo, la otra con abrigo rojo y cuello oscuro. La una tiene el pelo rubio, la otra moreno. Ambas simbolizan los polos positivo y negativo, así como los dos sexos, masculino-positivo y femenino-negativo.

  Las dos siguen la enseñanza del Gran Sacerdote. La silueta masculina, con el pelo moreno y los ojos elevados hacia el sacerdote, le escucha con gesto piadoso. La silueta femenina, rubia, oculta su rostro entre sus manos y parece asustada. La silueta masculina la anima poniendo la mano dereche sobre su espalda. Estas dos siluetas representan la íntima situación psíquica del ser humano, que se halla en el plano que ilustra esta carta del Tarot. Su naturaleza masculina-positiva le otorga el valor para seguir sus convicciones interiores, mientras que su lado terreno y físico se asusta y da la impresión de que podría perder algo muy valioso. Pero la verdad trabaje en él y las nuevas experiencias le hacen más espiritual. Dispone así de fuerza para vivir según sus convicciones más profundas. Siente que uno no tiene por qué ser necesariamente de este mundo, aunque viva en él. Sabe que tiene que ser consciente de sus instintos y dominarlos. Su dominio de sí le ha enseñado a dominar su instinto de conservación. Comer y beber ya no son placeres artificiales. Sus debilidades están dominadas. Tiene que seguir ordenando su vida sexual y dirigiéndola de forma correcta. Comprende que no es un cuerpo, sino que, más allá del sexo, existe un ser humano. Sabe que su espíritu no tiene sexo y que cuando un ser despierta y se hace consciente en su espíritu, ya no se siente ni "hombre" ni "mujer", sino únicamente "ser humano". Sabe que, llegado a la meta, se convierte en andrógino. Aunque el cuerpo representa sólo la mitad del todo y pone de manisfiesto un sexo, la conciencia se eleva por encima de ese sexo. Trata entonces de vivir de acuerdo con esta verdad, pero a veces, como un niño, sufre algún fracaso.

   Durante este tiempo de trabajo, aprende a conocer toda clase de verdades. Experimenta que su cuerpo no es simplemente la envoltura vacía de su espíritu, sino que, como una esponja que se empapa de agua, está impregnado de las fuerzas del espíritu. Y las fuerzas del cuerpo que fluyen del espíritu, pero que actúan ya sobre su conciencia como energías físicas, son tan fuertes como él, porque EL MISMO ES esas fuerzas en su forma materializada. Por eso es tan difícil dominarlas en uno mismo y, a través de la conciencia, elevarse sobre ellas, porque entonces se enfrenta con el Yo.

   El Yo supremo enseña lo mismo que el Gran Sacerdote instruye a las dos siluetas. Las cosas se hacen más claras y el hombre comprende cada vez mejor las estrechas relaciones existentes entre su ser espiritual y su ser instintivo que no quiere aún dejarlo libre. Pero la verdad se hace cada vez más apremiante y comprende que sólo puede vivir verdaderas alegrías y un amor sincero y dichoso en una unión física, si ésta es la manifestación de una unidad espiritual mucho más profunda. Ante un ser de otro sexo, comienza entonces a buscar la comprensión y la amistad, es decir, un relación interior y una unidad espiritual. Sabe que para hallar una solución a sus problemas, su vida íntima, debe ser ordenada y armoniosa. Para llegar a las satisfacción interior, debe relucir los mundos exterior e interior al mismo denominador. Es interesante subrayar que la suerte viene entonces en su ayuda: como un poder invisible, testigo de sus combates interiores, la conexión de las circunstancias suscita en su vida personal y terrestre todo tipo de posibilidades y de tareas nuevas. El hecho mismo de que sean cada vez más solicitados sus consejos y su ayuda, le obliga a renunciar a la vida que llevaba hasta entonces. Debe organizar su vida de tal modo que pueda dedicar más tiempo y energía a los demás. Aprende así a estudiar la vida desde ángulos distintos y a aclarar los graves problemas que se le plantean. Da entonces por supuesto que existen el cielo, la tierra y el infierno: no son lugares, sino estados del alma del ser humano. Ahora bien, esos estados del alma dependen de las acciones buenas o malas del hombre.

  Poco a poco, se da cuenta de que un ser sufre proque está maduro para una nueva etapa. En ese largo caminar, el hombre ha llegado a una nueva meta. El sufrimiento le obliga a subir un nuevo peldaño en el que ese mismo padecimiento deja pronto de atormentarlo, pues los problemas que hasta entonces le resultaban tan duros y apremiantes, los ve ahora de forma diferente y le resultan más llevaderos.

  Así es como el hombre lleva su lucha tanto al interior de sí como al exterior. Gracias a esta lucha, se eleva cada vez más; se amplía su horizonte y se hace cada vez más consciente. Pero el camino sigue siendo largo y no ha de detenerse. Tiene que armarse de paciencia y rebasar todos los límites que le esperan aún en el camino.

   La quinta carta del Tarot, el PAPA, lleva la cifra 5 y la letra HE.

   Los iniciados llaman al 5 el número de Cristo, o el número del Verbo. El número divino de la realización, de la creación es el 10. La mitad es 5. La simetría en el cuerpo humano significa que el Logos divide el número divino 10 en dos partes iguales y que, en cada una de ellas, es la mitad del número 10 el que se activa, es decir el 5. En cada mano, tenemos 5 dedos, por tanto 10 en total, lo mismo que tenemos dos veces 5 dedos de pie. Tenemos 32 dientes, la suma de 32=5. En la mandíbula superior, 16 dientes, suman 7. Las dos juntas dan 14, cuya suma es de nuevo 5. El número de Cristo aparece, pues, por todas partes. Tenemos también cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto. Si contamos las extemidades del cuerpo, los dos brazos, las dos piernas y la cabeza, llegamos también al número 5. El hombre está construido sobre una estrella de cinco puntas y la corriente circula en el cuerpo humano siguiendo el esquema de esa estrella.

  Por eso, a nuestro cuerpo le recorre por la derecha una corriente positiva y, por la izquierda, una corriente negativa. El número 5, puesto que es la mitad del número de la creación perfecta 10, tiene una relación muy estrecha -que mentiene siempre- con el número 2. Porque multiplicar pro 5, siginifica dividir por 2 y multiplicar el resultado por 10 (una operación muy simple). Dividir el número por 5, significa multiplicar por 2 y dividir por 10. Las cifran 5 y 2 se complementan y dan luego la cifra-clave 7 que, de acuerdo con la reducción cabalística, lelva de nuevo a la suma 10. 1+2+3+4+5+6+7=28, ¡2+8=10! El hecho de que el número 10 se manifieste en la creación como dos mitades simétricas complementarias -dos veces cinco-, como los cinco dedos de la mano, etc. se demuestra también de una manera extraordinaria por la suma de los números 1 al 10: 1+2+3+4+5+6+7+8+9+10=55=10, es decir, ¡5+5=10! De aquí que la quinta carta del Tarot, "El Papa", complete la segunda carta "La Papisa".

  en la Cabala, la letra HE corresponde al quinto Sefirot, Pachad, que significa temoro, juicio y fuerza. La interpretación jeroglífica de ella es el aliento. A través del aliento, se mantiene siempre la vida que ya existe. El aliento lo anima todo.

 

 

 


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El Papa del libro: "la Vía del Tarot" de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa
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