EL ERMITAÑO

"Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta" C.G.Jung

   Si bien esta figura parece un ermitaño de esos que se iban hace siglos a pasar su existencia a esas soledades de las montañas les diré que no es así. El Ermitaño, con las particulares de los tiempos que hoy vivimos, está tan vigente como hace siglos.

  Prueba de ello es la necesidad que los países llamados de "primer mundo" tienen ahora mismo de volver su mirada hacia este arquetipo. Y no quiere decir eso que todos sus habitantes se tengan que retirar a la soledad de la montaña o a conventos religiosos de clausura.

  El Ermitaño nos viene a traer un mensaje de recogimiento interior, de mirar hacia dentro de uno mismo, de encontrar nuestra propia luz interior.

 

  Dos cosas en primer lugar:

  Obviamente para llegar a esa luz primero hay que pasar por la oscuridad.  Carl G. Jung decía: "Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad..." Cuando huimos de nuestra propia oscuridad estamos también huyendo de nuestra propia luz. Son las dos caras de una misma moneda.

  La segunda cosa es que el mensaje de "El Ermitaño" no es que esa luz o esa oscuridad, o ambas cosas, tengamos que buscarla en la soledad de una montaña en total retiro y aislamiento. No, ese no es el mensaje ni el consejo. El mensaje es "Céntrate en ti, busca en ti, mirate a ti mismo", cómo lo hagas no es su problema; lo importante para él es que no huyas de ti mismo, que no intentes evadir la mayor de las responsabilidades que como seres humanos traemos a esta tierra: El conocimiento de nosotros mismos.

  Lo que importa no es lo que hagas o dónde lo hagas, lo que importa es cómo lo haces y para qué lo haces. Si te vas solitario a una montaña pero con ello sólo tratas de evitar y de huir de tu responsabilidad para con la sociedad entonces mal vas. Se trata de sinceridad para con nosotros mismos.

 Este es el mensaje de "El Ermitaño".  ¡¡SINCERIDAD!!

 

  ¿Qué tiene esto que ver con lo que están viviendo en estos momentos los paises occidentales o paises del "primer mundo"?

  Mucho...

  Siguiendo con las palabras del Psicólogo Carl G. Jung, él, entendiendo al ser humano como una Unidad con el Todo, nos habla del proceso de individuación, representado o ilustrado en los 22 arcanos mayores del Tarot. Este proceso de individuación es el proceso a través del cual este ser humano se va a identificar como un sujeto con unas características propias y únicas, y se va a reconocer a sí mismo como un individuo con un camino también único y propio pero integrado en el todo. Un ser humano Libre.

  Los seres humanos de los países occidentales hemos perdido nuestra individualidad y nuestra libertad y nos hemos ido convirtiendo en borregos de un sistema que piensa y actua por todos nosotros.

  Vete un partido de fútbol, a una estación de metro a una hora punta, o a una playa en un mes de pleno verano; observa con una mirada critica y curiosa los noticieros de cualquier televisión europea, las películas de los cines comerciales. Se ha perdido la originalidad, la creatividad; las opiniones propias y diferentes no existen, incluso aquellos que se creen opinar diferentes son partes del mismo sistema invisible y manipulador (Te permitimos opinar diferente pero sólo en la forma si entras en el fondo...). Los sistemas educativos los han convertido en sistemas adoctrinadores; las Universidades están totalmente al servicio de una ideología, la del capital. La medicina sirve a un negocio, al farmacéutico; y lo que es peor no está al servicio de la Salud. Entendiendo ésta como ese estado de plenitud donde salud y enfermedad son dos  procesos diferenciados pero ambos útiles y necesarios en el crecimiento y evolución de todos nosotros. Como decía al principio con la luz y con la sombra, igualmente es con la salud y con la enfermedad; para llegar a uno tenemos que pasar por el otro: No hay salud sin enfermedad, una sale de la otra, como el Ying y el Yang. Y este proceso dual y perfecto hace a los seres humanos completos, íntegros, armónicos y verdaderamente maduros. Si tratamos al ser humano sólo como un cuerpo físico e igualmente miramos su enfermedad sin una mirada más profunda y real entonces estamos ciegos y perdidos.

  La enfermedad surge como una consecuencia de un profundo desequilibrio entre cuerpo, mente, alma y espíritu. No puedes cortar los síntomas físicos y recuperar la salud. Esto es simplemente imposible. Esto es sólo un parche que luego tiene unas consecuencias más graves. Y entre esas consecuencias, aparte, independiente y como mal menor de que la enfermedad volverá a surgir,  está que el ser humano no crece, no se desarrolla en plenitud, no evoluciona porque se ha cortado aquello que le impulsa a preguntarse, a dudar, a cuestionarse y por lo tanto a evolucionar. Cuando cortamos un simple resfriado normal y corriente estamos dando el primer paso para impedir que un individuo sea un ser humano libre y maduro. Así es, y el que quiera saber el por qué... Que viva su resfriado, que se haga responsable de  su propia salud y se permita disfrutar también la enfermedad, si es que a un resfriado se le puede llamar enfermedad. Pero si lo vive, y si encima lo vive con conciencia, con responsabilidad, con una mirada atenta, curiosa y observadora entonces sabrá de lo que estoy hablando. "sabe más de la pimienta el que ha probado un grano que el que ha visto pasar mil toneladas".

 

  En Europa hemos buscado fuera, nos hemos confiando y nos hemos dejado llevar, en todos los aspectos: educativos, políticos, sanitarios, sociales, etc, etc... Hemos puesto nuestra confianza fuera...

  Nos abandonamos, y lo que es más, nos prestamos al juego y participamos de él.

 

  No valen la culpas, ni los reproches... Esto sólo retrasará el proceso.

  Mirar hacia atrás sólo nos convierte en estatuas de sal.

 

   Mirar, ver, reflexionar y entender y comprender que todos hemos participado. Todos.

 

  El Ermitaño nos está esperando ahora más que nunca.

  El mensaje del Ermitaño es que miremos ahora dentro de nosotros mismos. Recuperemos nuestra libertad. Desarrollemos de nuevo nuestra creatividad, nuestra imaginación. Volvamos a pensar por nosotros mismos. Seamos conscientes que estamos convalecientes de una larga enfermedad y responsabilicemosnos de nuestra propia salud. Seamos autocríticos para con nosotros mismos, esto no significa culpabilidad, para nada; significa que no estamos ni tenemos porque estar en posesión de la verdad, ninguno de nosotros, simplemente y maravillosamente somos pequeños aprendices de la vida.

 

  Es la hora de despedirnos de un sistema que nos sirvió, que nos ayudo, que nos impulso y que ya cumplió, es decir se acabo.

  "Rey muerto rey puesto". Aunque ahora no guste el Rey.

 

  Ahora entra un nuevo periodo, una nueva era. Algo nuevo nos está esperando. No sabemos qué es. La vida es una aventura imposible de  conocer de antemano. Y ya nos hemos dado cuenta que aquellos que nos ofrecían seguridad no están moralmente autorizados  para hacerlo.

 La seguridad no existe, y menos la futura; sólo existe el presente  con todas las posibilidades y todas las potencialidades para crear nuestro propio futuro, el nuestro no el que otros nos quieran crear.

 

  Para ello tenemos que tocar a nuestra propia puerta, a nuestro propio hogar; a ese cálido rincón donde siempre acudíamos cuando fuera nos sentiamos incomprendidos, humillados o enfermos.  Es ahí donde están nuestras propias respuestas, nuestra propia luz. Es ahí, donde de una forma humilde y sencilla encontramos de nuevo el bienestar y el amor que tanto hemos buscado fuera.

 

  Ese Ermitaño sabio y prudente que habita en el interior de todos nosotros siempre está a la espera de que le preguntemos para respondernos y ayudarnos. Y siempre tiene una solución por muy difícil que nos parezca.

 

  Haz la prueba.

 

PD:  A los paises llamados "del tercer mundo", en los que se empieza a vivir una especie de euforia de "crecimiento", observen su propio Ermitaño también, sus propias luces interiores y no se dejen llevar por las luces del exterior, casi siempre son ilusorias; observen el ejemplo y aprendan para no caer en los mismos errores. Si es que os resulta posible y visible. Hay veces que la ambición nos deja ciego y nos impide ver nuestros propios potenciales.

 

 


TAROT Aleister Crowley

 

EL ERMITAÑO

 

Palabras claves: Virgo; encuentra tu luz; mira hacia tu interior; consumación, fertilidad, cosecha; descansa en tu cuerpo; guía sabia.

 

  El Ermitaño ha iniciado la búsqueda de su realización interior y ha encontrado su luz. Es tan feliz con las riquezas del mundo interior que el mundo exterior le parece descolorido e insignificante. Seguro de sí mismo, ha llegado a su meta. No hay motivo para ir detrás de la apariencia engañosa de lo externo y transitorio.

  Pero el viaje hacia el interior es difícil y arduo. El que lo emprende necesita valor y confianza en sí mismo. Antes de alcanzar la luz deseada durante tan largo tiempo, el alma se ve guiada por las regiones aparentemente infinitas de nuestra propia sombra. Esto aparece en la carta como la vara en forma de serpiente y el cancerbero, perro de tres cabezas que enseña el camino haica Hades. Dos de sus cabezas miran hacia delante y la otra mira hacia atrás. Parte de su atención la dirige al pasado para convercerse de que todo lo importante han concluido. Todo lo que queda por resolver debe resolverse antes de aplicar la energía restante a las cosas nuevas. La integración de los aspectos animales del hombre es un requisito previo para su plenitud como ser holístico.

  La luz cambiante de la claridad interior llena gradualmente todos los ámbitos de su ser. Los tallos maduran: la cosecha de tu autosumisión queda revelada. Puede cosecharse y compartirse con los demás. Los que han encontrado su propio sentido de la realidad son capaces de compartir la experiencia del cambio con los que siguen buscándolo.

   El Ermitaño no suele recibir atención ni comprensión de los que le rodean. Es un individuo que no sigue a la multitud ni soporta la frivolidad de la gente en general. Sólo entra en relaciones si éstas prometen ser un encuentro íntimo y profundo. De lo contrario, prefiere estar solo.

  La carta del Ermitaño te invita a reflexionar sobre tu propia sabiduría interior y a seguir a los que pueden darte apoyo en un camino común. El objetivo de este camino es aprender a escuchar tu voz interior, a descubrir tu guía interior y a familiarizarte con tu propia fuente de curación.

 

  Interpretación: ¡Acepta tu soledad! No te relaciones con los que no te entienden, con los que preferirían verte como uno más del rebaño. Sigue a un maestro sabio si lo encuentras.

 

  Pregunta: ¿Hay en tu vida alguna situación o relación sin resolver?

 

  Sugerencia: Haz una lista de todo lo que quieras resolver. El que inicia el viaje hacia su luz interior debe enfrentar primero a sus conflictos sin resolver y sus cuentas pendientes.

 

  Afirmación: Disfruto con mi soledad, y soy capaz de relajarme en una solidaridad universal llena de amor.

 

(Del libro "Manual para el Tarot Thot de Aleister Crowley" de Gerd Ziegler)


TAROT DE OSWALD WIRTH

 

Libro: "La sabiduría del Tarot" de Elisabeth Haich

 

EL ERMITAÑO

 

 

  Después del caos, de haber establecido el orden y haber asignado en su foro un lugar adecuado a todos los valores reales o aparentes, el hombre se retira del "Fata Morgana" (Denominación dada a un fenómeno de espejismo que suele observarse en el estrecho de Mesina) de este mundo y se convierte en ermitaño. Esto sin embargo, no significa que quien se encuentra a este nivel de conciencia se vaya a vivir a una caverna. Esta carta expresa simbólicamente el estado interior de ese ser y no el aspecto exterior que proyecta en ese mundo quimérico. Este hombre continúa ejerciendo su profesión y cumpliendo sus deberes terrenos. Se viste y comporta como cualquier otro.

  La carta nos muestra a un hombre que, a través de su barba y su bigote blanco, demuestra que ha puesto fin a todo lo superficial y que, en primer lugar, ha renunciado a toda vanidad.

  A quienes se fijan en él, el Ermitaño sólo les muestra un sombrío manto gris cuya capucha cubre su cabeza. Sin embargo, el manto está forrado de azul cielo. A través de esta pobre e insignificante apariencia exterior, el hombre muestra una fe profunda y verdadera en Dios. Su túnica anaranjada, mezcla de rojo y amarillo, de espiritualidad e inteligencia que forman juntas la sabiduría divina. Su interioridad está privada de rasgos terrenos; se ha hecho sabio y la sabiduría divina domina todos sus sentimientos de simpatía y antipatía, de amor y desamor.

   En su mano izquierda, empuña un bastón que no es ni la varita mágica con la que hace milagros, ni el cetro que simboliza el poder, ni la espada que representa el valor y la clarividencia. Es sólo el bastón del peregrino que le ayuda a caminar.

  En su mano derecha, levanta un simple farol, que no es otra cosa que el resplandor de su inteligencia, que ilumina su camino en la oscuridad y le libra de todo error. Sostiene el farol de tal manera que él solo puede ver su luz. A los ojos de los demás, el gran manto oculta esta lámpara. Hubo un tiempo en que compartía, con otros que buscaban, los conocimientos y las verdades que había descubierto. Poco a poco, tuvo que reconocer que eran muy pocos los que lo comprendían y que era preferible guardar para sí lo que había descubierto. Reserva la Luz de su inteligencia y de su saber sólo para algunos amigos íntimos. ¡Ha aprendido a callarse!

  Delante de él, en el suelo, observamos a un ser curioso, un pequeño monstruo rojo, es decir, una manifestación espiritual. Es el símbolo de las inclinaciones sanas del hombre que, actuando desde el inconsciente, lo conducen con seguridad por el camino del bien. A lo largo de su existencia, esas inclinaciones sanas provocan extrañas "casualidades" que indican siempre con claridad la dirección a seguir, a quién confiarse y de quién desconfiar, con quién debe actuar con la mayor prudencia cuando tiene que frecuentar gentes dudosas. Este pequeño monstruo, sus sanas inclinaciones, pondrán siempre en sus manos los libros en los que encontrará verdades que lo llevarán a la madurez y que, a través del lenguaje de los hombres, le permitirán escuchar la voz de Dios. Este pequeño monstruo le evita muchos pasos inútiles y lo guía con firmeza hacia la meta final. Un día se reconocerá también a sí mismo en este montruo, en sus propios impulsos.

   Cuando llega el hombre a este nivel de evolución, le asalta el deseo de dejarlo todo y partir. Se ha dado cuenta de que todos los asuntos de este mundo sirven para enseñarle. Pero como ha lelgado a esa fase en que sabe cuál es su meta y qué debe alcanzar, ¿para qué seguir en este mundo? El hombre sabe que los lazos familiares, las relaciones de parentesco y amistad duran sólo lo que dura el paso por la tierra. Cuando la abandonamos, dejamos aquí todo lo que es temporal y nos llevamos únicamente lo eterno. Todo pasa, sólo queda la relación verdadera y espiritual, así como el amor. Estas dos cualidades las lleva el hombre consigo, incluso cuando deja todo en su vida terrena y se va. En esa situación todo le pesa, ya no quiere malgastar su tiempo, quiere vivir para lo que constituye la esencia misma de su vida, trabajar en y sobre sí mismo para conseguir la unidad con Dios. ¡Desea, por tanto, partir! -Si, pero ¿adónde? ¿al Tibet? -pero tal como está actualmente este país no se presta para este tipo de cosas-, a la India, a Athos, legendario monasterio griego? Crece en él una nostalgia que lo tortura, quiere ser libre, liberarse de todo cuanto lo ata y aprisiona. Hace planes y trata de imaginarse lo que sucederá cuando se vaya. Partir de aquí y llegar ¿pero adónde? Es fácil imaginarse la salida, pero eso significa que uno debe lelgar a alguna parte. ¿Adónde será? ¿adónde y cómo llegará? ¿A un monasterio? ¿De verdad será libre allí? ¡No! Porque será entonces cuando tendrá que aprender a obedecer a ciegas a uno o varios seres totalmente extraños, que pertenecen a otro mundo y que no le entenderán en absoluto. Tendrá que vivir con algunos hombres que le serán antipáticos y que tal vez tengan costumbres muy enojosas. Lo único que podrá hacer será callar y obedecer, le guste o le disguste.

   Si no quiere retirarse a un convento, puede seguir el ejemplo del indio peregrino o ermitaño que vive en una caverna. ¿Y después? ¿Qué va comer? porque a pesar de todo, hay que comer. ¿Mendigar? Oh no, !Eso no¡ ¿Podría tal vez trabajar, ser útil a los leprosos? Por supuesto que podría. Muchos lo han intentado, pero son todavía muchos más los que, como él, saben que allá en Asia serían aún más esclavos que aquí. Su deseo de vivir lo esencial sigue siendo más difícil de realizar allá lejos que en su casa, simplemente, donde el lechero le aporta cada día la leche y donde la calefacción central está instalada. Y si cuenta con una familia y unos hijos y a pesar de todo se marchase, la falta cometida hacia los seres queridos sería tan grande que no podría perdonársela. ¿Cómo podría entonces sentirse libre? Lo mejor por tanto es seguir en casa y , en lugar de cuidar de los leprosos, -aunque con la misma actitud, la misma entrega, la misma atención y el mismo amor- seguir afrontando sus deberes. Así, el hombre descubre la verdad: ese deseo de partir no ha de realizarse fuera, sino dentro de sí. Quiere y debe irse, alejarse de sí mismo, de su propia persona, de su propia actitud interior, de su propia esclavitud. Porque él no es esclavo de los otros, sino de sí mismo. Si aquí se siente esclavo, se seguirá viendo igual allí donde se encuentre. Por el contrario, si se siente libre en medio de su familia y de sus obligaciones profesionales, conservará esa libertad donde quiera que vaya. Entonces ¿por qué partir? El sabe que muchos concretaron esta "marcha" yéndose al Tibet, a la India, a un monasterio o viviendo al lado de un maestro. Descubrieron allí la misma verdad que podrían haber hallado aquí en su propio ambiente, si hubieran sido suficientemente maduros para ello. Dios pone a los hombres en caminos muy distintos, pero todos, sea cual sea su expresión concreta, llevan a la misma meta final, ¡a DIOS!

  El destino del hombre no es, pues, dejarlo todo. Se queda donde estaba hasta el presente, y es en sí mismo donde intenta liberarse de su entorno, de su mundo personal y de librase interiormente.

  ¿Y el modo de vestir? ¡Había soñado con librarse de la tiranía de la moda y de todas sus zarandajas exteriores! Porque es consciente de que la manera de vestir no tiene importancia. Puede ser un ermitaño aunque vista como los otros. Los monjes de un monasterio están también obligados a adoptar un mismo hábito. ¡Eso también forma parte de la moda! ¿Y los indios que no habitan un convento? Que uno vista a la europea o que ande como andrajoso por los caminos de la India, sólo estará al margen de todo, si está liberado interiormente. Por ejemplo, cuando una muchacha es, en su foro interno, una verdadera monja, puede llevar un vestido de moda muy escotado, asistir a un baile y ser al mismo tiempo una ermitaña, porque por dentro es así. Un hombre puede, por tanto, vestir como los otros, ser alegre y reir con los demás mientras, en su foro interno, es un verdadero monje.

  El hombre, a este nivel de desarrollo, se retira a su interior, trabaja y trata de liberarse interiormente. La importancia de su persona y su orgullo desaparecen. No prentende sigularizarse, ni esclar puestos en el mundo exterior, al que no convierte en un fin egoísta. Hombre o mujer, debe realizar su trabajo como lo habría hecho si hubiera llevado a cabo su sueño de partir. No trabaja para sí mismo, sino por el trabajo mismo. Esto le enriquece con experiencias insospechadas e inesperadass. Ya no trabaja para cosechar éxitos y alabanzas o por ganar mucho dinero, sino para realizar ese trabajo lo mejor posible. Mientras tanto, se olvida de sí y de todas sus preocupaciones. La concentración que pone en su trabajo, le hace olvidar sus decpeciones y todo lo que aún le hacía sufrir. Descubre que se ha liberado por el trabajo únicamente, y que siente ahora una enorme alegría impersonal. Comprende también por qué los frailes y las monjas de todos los conventos tienen que trabajar, ya sea en el jardín, en la cocina o en la biblioteca, debiendo hacer el trabajo por el trabajo, para liberarse por el trabajo. Y esto lo puede hacer en casa, sin dejar su familia y sus amigos.

    La novena carta del Tarot lleva la cifra 9 y la letra TETH. En la mística de los números, el 9 significa pasividad absoluta. Por su parte, El Ermitaño es completamente pasivo. Ha llegado a hacerse impersonal y no participa en las cosas materiales. Llegado a este nivel de conciencia, el hombre sólo cumple sus deberes terrenos por razones impersonales.

  El número 9 tiene más de una peculiaridad. Si se le añade, por ejemplo, a otro número, pequeño o grande, no por ello se cambia la suma. Tomemos un pequeño número: 17. La suma es 8. Añadamos 9 al 17, el total es 26 y la suma sigue siendo 8. Tomemos un número mayor:435. La suma de ellos es 12, es decir, 3 por la reducción mística. Añadamos 9 al 435, el total es 444 y la suma de nuevo es 3. Sea cual seal el número al que añadamos 9, la suma del resultado será siempre la misma. Veamos otra característica del número 9. Escribamos, unas debajo de otras, las cifras 0 a 9, y luego en una segunda columna de 9 a 0:

 

0    9    09

1    8    18

2    7    27

3    6    36

4    5    45

5    4    54

6    3    63

7    2    72

8    1    81

9    0    90

 

¿Qué hemos obtenido? El resultado de la multiplicación de uno a diez de la cifra 9. Y si añadimos los elementos de estos números, la suma de los mismos es siempre la cifra 9:

 

1 x 9 =   9 = 9

2 X 9 = 18 = 9

3 X 9 = 27 = 9

4 X 9 = 36 = 9

5 X 9 = 45 = 9

6 X 9 = 54 = 9

7 X 9 = 63 = 9

8 X 9 = 72 = 9

9 X 9 = 81 = 9

9 X 10=90 = 9

 

  Otro ejemplo interesante. Escribamos las cifras, unas debajo de otras, comenzando por 1 y añadiendo una cifra en cada línea.  Si multiplicamos estos números y sumamos cada vez la cifra añadida, obtenemos resultados sorprendentes:

 

0 x 9 + 1 = 1

1 X 9 + 2 = 11

12 X 9 + 3 = 111

123 X 9 + 4 = 1111

1234 X 9 + 5 = 11111

12345 X 9 + 6 = 111111

123456 X 9 + 7 = 1111111

1234567 X 9 + 8 = 11111111

12345678 X 9 + 9 = 111111111

123456789 X 9 + 10 = 1111111111

 

  Se podrían seguir aportando otros muchos ejemplos de la peculiaridad de la cifra 9, pero esto nos apartaría de nuestro tema. Pretendía demostrar, simplemente, que el 9 es un número extraordinario y asombrosamente significativo. Se destruye a sí mismo y sin embargo sobrevive. Esto se corresponde exactamente con el grado de conciencia del ermitaño: autodestrucción en medio de gran solidez, puesto que sigue siendo lo que es. Al que encuentre naturales las características del número 9, no me resisto a recomendarle las mismas experiencias con otros cifras. Comprenderá entonces la gran diferencia que existe entre los números.

  La letra TETH representa la idea de protección y seguridad. TETH es el signo  de los ángeles custodios que, desde su nacimiento, guían a los hombres, y corresponde al noveno Sefirot, Jesod, que significa los cimientos, la sabiduría.


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El Ermitaño según Sallie Nichols en su libro "Jung y el Tarot"
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El Ermitaño
El Ermitaño (Del libro: "La Vía del Tarot" de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa)
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