EL COLGADO

Pausa para una nueva orientación hacia lo espiritual

   

 

Poema LVI del "Tao te Ching" de Lao Tzu

 

El que sabe no habla.

El que habla no sabe.

 

Mantén cerrada tu boca.

Cierra tus puertas.

Desafila lo cortante.

Desenmaraña los nudos.

Suaviza el resplandor.

Adáptate a tu polvo.

Esto es identificarse con el misterio.

 

No lo realizas acercándote a él

ni lo realizas rechazándolo.

No lo realizas ganándolo

ni lo realizas perdiéndolo.

Por lo tanto:

No hay nada que pueda superarlo.

 


 

Tarot Aleister Crowley

 

(Del libro: "Manual para el Tarot Thoth de Aleister Crowley" de Gerd Ziegler)

 

El Colgado

 

Palabras clave:  Parálisis; fin de una situación o relación estancada; desprenderse, rendirse, sumisión; aprender a ver las cosas de otra manera; necesidad de romper con las viejas pautas de comportamiento.

 

  El Colgado se encuentra en posición invertida. Esta es una postura que rompe completamente con toda voluntad propia. Es una situación sin salida. No hay posibilidad de acción o maniobra. No es posible escapar. Las serpientes de la transformación y la sabiduríoa duermen enroscadas.

  El Colgado está clavado al madero de su rígida actitud y perspectiva. Sus ojos están cerrados, lo que significa que es ciego a todo lo que se desvía de cualquier manera del sistema cerrado de sus propias ideas. Cualquier pensamiento diferente, cualquier impulso nuevo, chocan contra la indiferencia o la resistencia.

  La cabeza del Colgado está rapada. El pelo, que simboliza las antenas de la percepción espiritual, ha sido afeitado; el Colgado ha perdido la fe en su propia intuición. Todo esfuerzo parece inútil y condenado al fracaso.

  Pero en medio de esta desesperación pueden ocurrir milagros. Se ha llegado por fin al punto en que ya no puede negarse la dura realidad. No hay otra alternativa más que enfrentarse a la verdad y liberarse.

  Esta forma de capitulación, de abandono de la voluntad rígida y de las ideologías inflexibles, va acompañada de cambios importantes: la descomposición de pautas de comportamiento rígidas, la eliminación de las cosas que estorban; la total sumisión al yo más alto, liberado de la estrechez de miras y de las actitues dogmáticas sabihondas. Al subordinarnos voluntariamente al poder cósmico nos unimos a la corriente del tao. "No se haga mi voluntad sino la tuya; pues tu voluntad es la mía."

  La mayor recompensa de una sumisión profunda al todo es la transformación absoluta, la parte de abajo se dirige hacia arriba y el mundo puede verse desde una nueva perspectiva.

 

Interpretación: Tienes ahora la oportunidad de reconocer la rigidez y la parálisis que pueda haber en distintas áreas de tu vida. No hay nada que hacer. La percepción de tu realidad te da la oportunidad de cambiarla.

 

Pregunta: ¿Qué áreas de tu vida se caracterizan por actitudes rígidas? ¿Estás preparado para reconocer y abandonar tus pautas de pensamiento y comportamiento inflexibles?

 

Sugerencia: Dibuja otra carta en la que muestres lo que te espera si te sometes.

 

Afirmación: Me he liberado y ahora comprendo. Me abro a la voluntad divina en mi vida, que me es revelada paso a paso.

 


 

Tarot Oswald Wirth

 

(Del libro: "La sabiduría del Tarot" de Elisabeth Haich)

 

El Colgado

Valor numérico: 30

Letra: Lámedh

 

   Una vez más encontramos al Mago. La primera carta lo presentaba al comienzo del camino; la sexta en la encrucijada; la séptima, como triunfador que aprendió a vencer y dominar a sus siete propias fuerzas. Pues bien, helo aquí colgado. ¿Se trata de una recaída? No, pues parece satisfecho con su suerte. La expresión del rostro es agradable y abierta. Estudiemos, pues, con atención el sentido de esta carta.

  A derecha e izquierda, dos troncos de árbol nos recuerdan las columnas de Salomón, Jakim y Boas. Cada una de ellas tenía seis ramas cuyos garrones todavía distinguimos. Los troncos son azules en su base, luego se tornan verdes; los garrones rojos. A la altura de la séptima rama, los troncos, han sido cortados y unidos entre sí por un tablón amarillo del que está colgado el joven. Una gruesa cuerda aparece atada a su tobillo izquierdo y lo mantiene con firmeza al tablón. Como el Rey de la cuarta carta del Tarot, forma con sus piernas la señal de la cruz. El Colgado lleva zapatos marrones y leotardos azules. Su chaqueta, roja y blanca, tiene un cinto amarillo. Los colores son contrarios, es decir, blanco y rojo arriba, y rojo y blanco abajo. Los dos bolsillos en forma de medias lunas, así como los seis botones, son blancos en la parte roja y rojos en la parte blanca. Sus brazos están cubiertos de amarillo y adornados con puños rojos. Sus manos verdes las esconde detrás de la espalda. Debajo de los brazos, tiene dos bolsas, una azul claro, otra rosa. De la bolsa azul, el Mago deja escapar monedas de plata, de la roja monedas de oro. Sus cabellos son rubios y rizados.

  La situación reflejada a través de este dibujo es rara y casi incomprensible para quien no la ha vivido. A este nivel, el ser humano ve y actúa al revés de los hombres ordinarios. Y cuando uno mira y actúa al revés de los otros, está en conflicto permanente con el mundo exterior. Pero ¿cómo se llega a esto? Tratemos de comprender esta imagen. Veamos cómo esta situación se hace inevitable para el que ha pasado por todos los estados descritos hasta aquí.

  El hombre ha escalado los seis niveles del árbol. Tuvo, por tanto, que aprender a conocer esos seis niveles físico-material, vegetativo, mental causal y el sexto puramente espiritual. Ahora bien, en este sexto nivel, ya no tiene voluntad personal, obra según el querer divino. Sabe lo que Dios quiere de él; se ha convertido en un instrumento de Su voluntad. De ello resulta que el hombre, llegado a su más alto nivel espiritual como Moíses "sobre la montaña", puede hablar cara a cara con Dios. Esto significa que su conciencia se identifica con Dios, que vive esa situación de mismidad con Él. El joven mago se ha instalado en el séptimo escalón. Su pie pisa ese séptimo peldaño. SE MANTIENE POR TANTO ARRIBA, pero al revés. El lenguaje humano dice que está colgado. Lo ve todo del revés. ¿Cómo podría ser de otro modo cuando, en el peldaño de la undécima carta, ha vivido el verdadero amor espiritual y ha llegado a verlo todo desde el punto de vista de los demás, bajo el prisma divino del AMOR, de la UNIDAD? Y ya sabemos que los puntos de vista divino y humano son el reflejo exacto el uno del otro.

  Los dos troncos del árbol expresan también algo importante. Los seis garrones y el séptimo, justo a la derecha donde los troncos fueron cortados, representan los siete centros espirituales del hombre, que tienen su asiento en los centros nerviosos mayores del cuerpo. La filosofía india del Vedanta llama a estos centros psíquicos "chakras". Pero no hay que confundir nunca los chakras con los centros nerviosos que sólo son sus sedes. Un centro psíquico, es decir un chakra, es al centro nervioso lo que el conductor es a su coche. El conductor está sentado en el automóvil, lo pone en marcha y lo conduce, ¡pero en ningún caso es el coche! Por desgracia, es un error que han cometido muchos occidentales. No conocen la diferencia entre chakras y centros nerviosos y creen que forman una sola y misma cosa. Grave error. Esos centros psíquicos, los chakras, tienen su asiento en la columna vertebral, el vehículo de la vida. El chakra inferior de la columna vertebral se encuentra en el cóccix y lleva en sí el polo negativo. Su nombre es Muladhara. El segundo, también en la columna, tiene su sede por debajo del ombligo; se llama Svadhisthana y dirige el poder de procreación. El siguiente chakra, Manipura, se ubica en el plexo solar. El chakra del corazón se llama Anahata. Vishuddha está situado en la glándula tiroides, Ajna entre las cejas y por fin, en la parte superior del cráneo, el último chakra, Sahasrara, lleva en sí el polo positivo y sirve para la manifestación del espíritu divino. Estos son los siete escalones que el hombre debe subir. Y cuando llegue al séptimo, cuando despierte al séptimo chakra y la suerte de su condición latente, llega a ese estado en el que, igual que Moisés, puede hablar cara a cara con Dios. Pero antes tiene que pasar por cada una de las seis etapas anteriores y hacer trabajar a los seis chakras.

   Las piernas del muchacho que le han ayudado en su ascención, son azules y los zapatos marrones. Donde quiera que va, siempre lo mueve la fe. Es un instrumento divino. Ha anulado su propia voluntad. Sus zapatos son oscuros y sólo la parte inferior mantiene contacto con la materia, con la tierra que le sirve de base. Los colores de sus vestidos son el blanco (la pureza), el rojo (la espiritualidad), el amarillo (la inteligencia), el verde (la simpatía). Ya sabemos lo que esto significa. En su interior, el muchacho es espiritual y puro; la inteligencia y la razón presiden su actividad. Las medias-lunas blanca y roja representan las energías negativa de la luna y positiva del sol; las tiene "en el bolsillo", es decir domina y dirige estas energías. Los seis botones son los cinco sentidos más el sexto del que ahora tiene gran necesidad. Gracias a su postura inversa, los tesoros acumulados escapan de sus bolsillos, para que otros puedan aprovecharse de ellos. Sus tesoros son el oro, positivo-espiritual, y la plata, negativa-psíquica. Entrega a los demás todo lo que ha ido adquiriendo en duras expreriencias. ¿Cómo un hombre de esta calidad podría mirar y acturar de la misma manera que la gente vulgar cegada todavía por el egísmo, la envida, la estupidez y el orgullo? Se comprende así con facilidad por qué el "colgado" sigue siendo un incomprendido y por qué sus actos son mal interpretados. El hombre sabe que ha logrado ese nivel cuando le es necesario explicar continuamente las razones de sus actos. Es curioso observar que, aun sin conocer el Tarot, los que han llegado a esta situacón lo han explicado por una sensación de ahogo. Algunos soñaron que estaban colgados como murciélagos y otros contaron que, durante la meditación, tuvieron la impresión de ser elevados por los pies y tener que seguir así colgados con la cabeza hacia abajo. Al volver a abrir los ojos, se encontraron normalmente sentados en una silla. Es un fenómeno conocido por los que hacen ejercicios mentales de yoga. Esta experiencia de estar colgados con la cabeza hacia abajo está relacionada con una ampliación de la conciencia. En este duodécimo nivel, el hombre vive esta situación no sólo en su sentido espiritual, sino que lo proyecta en el cuerpo y, por consiguiente, lo siente también de forma física.

  Ilustremos con un ejemplo la manera de pensar y de actuar del que se encuentra "al revés". Antes de alejarse de casa, el "colgado" cierra cuidadosamente con llave despacho y armarios. Todos los que lo rodean opinan que tiene miedo a que, durante su asusencia, pueda alguien robar algo. Por tanto, si cierra todo, es porque sospecha de falta de honradez en su entorno. Ahora bien, la razón del "colgado" es exactamente la contraria: cierra todo con llave para mantener a los demás por encima de toda sospecha. Si alguna vez llegase a faltar algo en un cajón, nadie, ni siquiera él -¡el diablo nunca duerme!- podría acusar a nadie de su entorno. Si lo cierra todo, nadie puede ser sospechoso. Así, en lugar de dudar de cuantos lo rodean, los protege. No vale la pena multiplicar los ejemplos. El lector que haya llegado o incluso rebasado este nivel, conoce el valor de estas afirmaciones. Tiene o tendrá de ello experiencia. Para los que todavía no han llegado ahí, estas cosas no parecen tener demasiado sentido. No comprenden ni creen que sea posible. Piensan y reflexionan sobre ello, pero a la inversa. Los "colgados" están habituados a esto.

  Los grandes iniciados que crearo estas cartas para expresar los diferentes niveles de conciencia, conocían tanto las profundidades del ser, que sabían que tal situación no se vivía exclusivamente de forma espiritual, sino también en su proyección física. Muchos de los que siguen el gran camino conocen estas carta. Pero sólo cuando, de repente, viven y practican en sí mismos esas diferentes situaciones, comprenden y captan de verdad el sentido de estas ilustraciones. Ven con claridad y se inclinan con respeto ante esos iniciados de un saber psicológico tan amplio.

   La carta del Tarot "EL COLGADO"  incluye la suma del número 12:3 unido al 0, símbolo del espacio infinito, es decir 30. La letra LAMEDH.

   El número 12 y todas sus multiplicaciones son los más significativos de toda la serie de números. Es extraordinario observar que el 12, un número relativamente pequeño, puede ser dividido por seis cifras -por tanto, lamitad de las cifras que lo componen-. Sumando esas seis cifras: 1+2+3+4+5+6+12, obtenemos 28 cuya suma vuelve a ser 10, número de la determinación, de la perfecta realización de la naturaleza. Multiplicando el número de la Trinidad divina 3 por el de los cuatro rostros de Dios, 4, obtenemos 12, ese número único que se divide por tantas cifras como la mitad de su propio número. Eso no se repite con ningún otro número, ni siquiera más grande. Desde los tiempos más remotoss, la humanidad cayó en la cuenta del valor excepcional de este número y dividió el cielo en doce zonas zodiacales. Antes de introducir el sistema decimal, el número 12 y su multiplicación al quíntuplo 60, servía de base al sistema aritmético. 60 es divisible por 12 números, es decir, un quinto de su valor, ¡lo que resulta también un porcentaje elevado! En la Biblia, encontramos con frecuencia el número 12. Las doce tribus de Israel, los doce díscipulos de Cristo, los doce cestos llenos de las sobras de los dos peces y los cinco panes con los que Cristo sació a cinco mil hombres, son sólo algunos ejemplos. La duodécima carta del Tarot tien un valor numérico 30, el número de la Trinidad divina unido al 0. Volveremos a hablar de este número cuando lleguemos a la carta 21, inversión del número 12 y cuya suma es también 3.

  La letra LAMEDH corresponde al brazo del hombre. Está intima relación con todo lo que, parecido al brazo, se eleva y se desploma. Las revelaciones proféticas crean en el seno de la humanidad una expansión de conciencia del orden divino de la que deriva la idea de la ley manifiesta.

 


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El Colgado (Del libro: "Yung y el Tarot" de Sallie Nichols
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El Colgado (Del libro: "La vía del Tarot" de Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa)
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