NIVELES DE LA SANACIÓN

 

 Existen diversos niveles de sanación, al igual que existen diversos niveles de conciencia; unos van de la mano de los otros.

  Quiero decir con esto que a un determinado nivel de conciencia corresponde un determinado nivel de sanación.

  Sí mi conciencia sólo puede percibir la materia indiscutiblemente sólo buscaré la sanación de mi cuerpo físico, y es en él  donde localizaré el origen y la manifestación de todos mis males.  Para llevar a cabo la sanación de mi cuerpo recurriré por tanto a la medicina científica, en cuyo campo hay verdaderos especialistas en todos y cada uno de los órganos del cuerpo. Y como medios de sanación utilizaré los remedios químicos.

 Si en lugar de recurrir a especialistas médicos y a remedios químicos recurro a especialistas en plantas medicinales, yerbateros o curanderos conocedores de dichas plantas estaría en el mismo nivel de conciencia, dónde sólo deseo sanar mi cuerpo, mi organismo físico.  La única diferencia está en que he sustituido el medicamento químico por el remedio natural, pero la causa de la enfermedad sigue siendo la misma y el objetivo también: El cuerpo físico.

  En este último epígrafe tengo que hacer una salvedad de la que hablaré más adelante. Cuando entiendo la planta, no sólo como un organismo físico vivo, sino como un ser vivo con cuerpo y con un espíritu cuyas cualidades terapéuticas no están solamente en su organismo vegetal sino en su esencia, en su alma y la tomo con la conciencia que es a mi alma también a la que deseo armonizar. En este caso ya estoy hablando de otro nivel diferente de la conciencia.    

  Este otro nivel de conciencia es aquel en el que aparte de saber y tener conocimiento consciente de mi cuerpo físico, y como tal lo cuido, lo respeto y lo amo. Conjuntamente con él soy conscientes de un alma. Conozco que la materia es sólo energía manifestada en determinados niveles de vibración. Y que esta alma utiliza el cuerpo físico para manifestarse y llevar a cabo su misión aquí en la tierra. Entiendo, comprendo y siento entonces que mi enfermedad no es más que un desequilibrio entre mi mente, mi cuerpo y mi alma fruto de mi propio proceso de aprendizaje. Es entonces que procuro no utilizar ningún medicamento químico que me produzca otros síntomas y daños secundarios, aparte de interrumpir y dificultar aún más mi propio proceso de evolución. Me dirijo entonces fundamentalmente a la armonización de todo mi ser como una totalidad utilizando terapias no invasivas y dirigidas fundamentalmente a mi  equilibrio energético. Terapias bioenergéticas entre otras.

La filosofía hindú establece tres niveles para la manifestación de la energía pránica:  Tama, Raja y  Satwa.

  Tama es la energía más densa, Raja es una energía intermedia y Satwa es la energía más sutil, es la energía más espiritual, más delicada pero también la más bella y la más fuerte.

   Si estoy en esta última energía estaré entendiendo la existencia de una forma muy diferente a como la inicié, hace no sé cuántos neones de tiempos.   

   Ya no creo, sé que el cuerpo es sólo el vehículo; al que amo, respeto y cuido como templo que es.  Sé también que la enfermedad es tan necesaria y tan útil como la salud, el yin y el yang. Pero la comprendo, la entiendo, la observo y la evito. La evito con el cuidado y la atención que me doy: Alimentación sana (Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento, Hipócrates) Y además que no esté contaminada por la muerte de ningún animal ni por el abuso sobre ningún hermano mío( No manches tu espíritu con la sangre de mis inocentes, Jesús de Nazaret). Pero si ésta, la enfermedad me llega, no la rehúyo, ni la evito con ningún tipo de remedio;  la observo, la mimo, le pregunto, le ruego que me enseñe, que me muestre la lección y que se marche. Y cuando la enfermedad se va, porque se va, porque así lo ordeno, la luz es más bella.

 Éste es otro nivel de conciencia, en éste no hay nada que sanar pues siempre estuve, estoy y seguiré estando sano (fueron etiquetas). Las plantas ya no están a mi servicio, los animales tampoco… Soy yo el servidor.

 

Manuel