Sin entrar en juicios de valor, solo como una simple reflexión, hoy en día la ciencia y la emoción viven separadas, o lo que es aún peor, viven enfrentadas la una con la otra. La emoción acusa a la ciencia de no tener corazón y la ciencia acusa a la emoción de no tener razón.
Sin embargo también esta actitud, como todo en la vida, tiene su reacción, su dualidad. No todo es totalmente blanco ni totalmente negro, entre ambos extremos existen infinidad de grises y es en el "Punto Medio" de ambos donde se encuentra el equilibrio, más equilibrio es una palabra muy fría, muy rígida; la armonía, esa virtud tan admirable y tan fluctuante es la que los seres humanos perseguimos. La armonía la podemos encontrar unas veces a la izquierda del equilibrio y otras veces a la derecha en un incesante vaivén que es también él que le da la gracia y la chispa a esta vida.
Hace ya más de 200 años que en este planeta nació un genio de la ciencia y un místico del alma, Sammuel Hahneman, un Médico. Médico en el más profundo sentido de la palabra, un hombre capaz de conocer a la perfección el cuerpo humano, entender sus lenguas (hablaba más de 10 idiomas) y vislumbrar su alma.
En una época donde la medicina aplicaba sanguijuelas y practicaba sangrías este hombre escribió, entre otros, el Organón de la Medicina, quién tenga la más mínima curiosidad, y así lo desee, que lo lea; estableció un método de investigación exhaustivamente riguroso, incluyendo la prueba "del doble ciego" prueba aún desconocida en la época, escribió también la primera Materia Médica ordenada y recopilada hasta en sus más mínimos detalles, en la que se refleja un conocimiento realmente profundo del cuerpo, la mente y el alma de todos los seres humanos en un momento donde, si la medicina estaba como he descrito antes, la psicología ni existía.
La humanidad le debe al menos un "Gracias", aunque él no lo necesite porque lo que llevo a cabo en su vida no lo hizo buscando ningún reconocimiento, nos lo dio porque así tenía que ser y lo disfrutó, estoy totalmente convencido. Qué mayor reconocimiento se puede tener.
Su hija: La Homeopatía.
Quien desee criticarla con honradez, sinceridad y un mínimo de conocimiento debe al menos haber leído todas las obras de su creador el Doctor Hahneman, la de sus grandes seguidores entre los que cito solamente a Franz, Boenninghausen, Kent o ultimamente Paschero, entre tantos otros, todos ellos médicos de gran prestigio entregados en cuerpo y alma a su profesión, ayudar a Sanar.
Y por supuesto, debe haberla probado con sanas intenciones y verdadero deseo científico al menos en dos o tres ocasiones.
Entonces estáis todos aquellos que la criticáis en condiciones éticas y científicas de poderlo hacer.
La Homeopatía es Ciencia, todos sus remedios han sido investigados bajo el más riguroso control. Sus diferentes repertorios, materias médicas y la tan rica y productiva bibliografía hacen de ella una Ciencia digna de, al menos, un Nobel a la Medicina. Aquellos que la practican deben conocer muy bien, pero que muy bien su técnica, sus leyes y su bibliografía, a la perfección.
La homeopatía es un Arte, el buen homeópata sabe que no puede convertirse en un esclavo ni de la técnica y ni de sus leyes, debe conocerlas hasta donde su inteligencia le permita, más no ser su esclavo. Es más este artista debe desarrollar exquisitamente ese sexto sentido que es la intuición, ese Don divino tan olvidado. Este conocimiento del cuerpo, esta libertad y esta profunda conexión con la divinidad le dan al buen profesional aquello que nunca debería faltar en un médico, Sabiduría.
Si conociésemos la sabiduría, tal como creemos, el mundo sería diferente.
Lo similar cura a lo similar "Similia similibus curantur", este principio no es de Hahnemann, aunque bien podría serlo, es de Hipócrates, el Padre de la Medicina, aquél por el que todos los médicos juran su profesión. Es cierto que también estableció, "contraria contrariis curantur".
Es ahí, en esos dos aforismos, donde se encuentra el equilibrio entre ciencia y emoción, entre alopatía y homeopatía. Lo similar cura a lo similar y lo contrario cura lo contrario. Pero tal como decía al principio tal vez lo que debamos buscar no sea el equilibrio, igual debiéramos buscar la armonía, unas veces a la izquierda del primero y otras veces a la derecha. Creo que si hasta este momento la alopatía ha estado a uno de los lados del equilibrio y la homeopatía al otro es el momento que, pasando por el punto de equilibrio, ambas vayan oscilando, de esta forma se aprende humildad, de la que tan necesitada está nuestra hermana y compañera la alopatía.
Yo personalmente me quedo con las dos, alopatía y homeopatía, de la mano, caminando juntas, consultándose, orientándose y mirándose a los ojos con una bonita y sincera sonrisa.
Si me apuras te diré que me quedo también con todas sus hermanas, las Flores de Bach, acupuntura, Tarot, masajes, biodecodificación, hipnosis o cualquier otra de las muchas que dejo sin nombrar; por supuesto todas ellas entregadas por un profesional sincero consciente de cual es su vocación, con todo lo que ello implica, y a ella se entrega.
Eso hizo el Padre de la Homeopatía el Doctor Samuel Hahnemann, se entregó.
Se sanó a sí mismo en su larga vida y fue ayudando a Sanar.
Porque la primera misión que tiene alguien que decide a ayudar a sanar es primero sanarse a sí mismo, Para Poder...
Me preguntó como podría yo describir la Homeopatía de forma que ésta se convierta en una gota de agua limpia, fresca y transparente; para que esta descripción sea alegre a los sentidos, bienestar para la mente y experiencias para el alma. Cómo puedo describirte para que despiertes la curiosidad que nos falta, qué puedo hacer yo para que devuelvas los trajes cambiados a la Belleza y a la Fealdad.
El Poeta escribe para despertar sentimientos y emociones que permanecen escondidas llorando.
Cuando las despierta, cuando las hace consciente...
Ríen.
Entonces sanamos.
¡¡¡Azuuuuu...!!!
Mi acento peruano
Así es la Homeopatía.
Unas veces, detrás de nuestra gran tristeza, nos ayuda a despertar una bonita sonrisa.
Y en otras, detrás de nuestra alegría, nos hace derramar unas lágrimas.
En ambas una liberación.
Porque en ambas acciones utiliza el Amor.
Y es que la ciencia revestida de amor...
¿Te imaginas?
Pues Eso es la Homeopatía.
Manuel Lobón
Esta página web ha sido creada con Jimdo. ¡Regístrate ahora gratis en https://es.jimdo.com!